Quizás una de las cosas más sobresalientes de Lola Indigo, alter ego de Mimi Doblas, es la versatilidad. Para cambiar de registro, sin que nos demos cuenta que es un cambio de registro. Para hacer un vídeo, y pensar de inmediato que es el mejor vídeo que ha hecho hasta la fecha.
Para colaborar con Lalo Ebratt, y que la colaboración casi se convierta en un dúo, en que no parezca en absoluto que está de comparsa, para añadir streaming y cifras, nombre, sabiendo como están funcionando las últimas canciones de Lalo. Pero sobre todo para encontrar en la producción de Yera y la novedad de Nabález, con el primero ya ha colaborado en Mujer bruja y Borracha remix una sintonia y un contrapunto perfectos.
Versatilidad, y también en el vídeo, en el que Mimi va un paso más, baile, pero también escenas diferentes, con registros diferentes, una especie de jungla, la oscuridad de las cruces y el fuego con la presencia de Lalo con las velas, para terminar como una auténtica diosa. Y esa es la maldición de quién nos da una manzana y sabemos que vamos a comer de ella, porque no tenemos más remedio, porque queremos estar en ese paraíso en el que está ella. Que quizás no sea la interpretación correcta, pero es lo que sugiere y es lo que queremos creer, porque somos creyentes de Lola Indigo.
La canción es directa, con bases conocidas es cierto, Lola Indigo no inventa nada, pero mezcla perfectamente los ritmos, con esa base tan clásica hoy en día, con un ritmo machacón a lo que nos tiene acostumbrados, un ritmo que además se te queda pegado, con esos cambios de ritmo, ese paro y vuelvo a empezar, para mantener esa melodía constante, que ya ha utilizado en canciones anteriores.
La cantante ha encontrado un camino y lo está explotando, con cuidado, pero lo explota, sabe lo que quiere y lo lleva a cabo. Da la sensación que todas las propuestas lanzadas hasta ahora, incluso El Humo y Fuerte, que quizás son un poco la distorsión, forman parte de un todo, de un engranaje, que cuando se escuche seguido en el disco, darán un concepto mucho más global del disco.
Versatilidad, pero sobre todo, una línea maestra que une cada canción, y que nos vuelve a dejar con muchas ganas de poder escucharlas una detrás de otra en el disco.